martes, 20 de abril de 2010

ANÁLISIS DE LA CONDUCTA AUTOLESIVA

ANALISIS DE LA CONDUCTA AUTOLESIVA 



Para poder atajar este problema, es necesario 

situarse previamente ante él y tener en cuenta 

algunos aspectos:



  1. La motivación de la conducta-desafiante:

  • ¿Por qué se producen determinadas conductas?
  • ¿cual es su motivación?
  • ¿qué propósito persiguen?

  1. En primer lugar deberíamos determinar si la motivación puede ser orgánica. Es decir, si la presencia de la conducta autolesiva viene determinada por la presencia de síndromes orgánicos en los que, potencialmente, se pueden manifestar con mayor probabilidad este tipo de conductas. En síndromes como el de Lesh-Nyhan o el de Cornelia de Lange se asocian, en grado e intensidad diverso, conductas autolesivas del tipo de morderse los labios o los dedos. En síndromes como el de Otitis Media es relativamente frecuente la conducta de autogolpearse la cabeza.

  1. En segundo lugar, siguiendo con el análisis realizado por Carr (1985), hemos de preguntarnos si la conducta autolesiva aumenta bajo alguna de las siguientes circunstancias:
  • Cuando se presta atención a la conducta
  • Cuando se retiran los refuerzos a conductas diferentes de la conducta autolesiva
  • Cuando el niño o la niña están en compañía de adultos (más que en solitario).

    Si la respuesta a alguna de estas preguntas es "SI", la motivación puede ser la obtención de refuerzo positivo." (Carr, op.cit., p. 312)

    También nos preguntaremos si la conducta autolesiva ocurre preferentemente cuando
  1. Se le plantean al niño o a la niña determinadas exigencias o demandas para tareas
  2. Se les presentan estímulos de naturaleza aversiva.

    Ante estas preguntas "si la respuesta es 'Sí', la motivación puede ser el reforzamiento negativo" (Carr, op.cit., p. 312).

    La tercera pregunta que plantea Carr (1985) es la siguiente: "¿Ocurre la conducta autolesiva principalmente cuando no hay actividades disponibles y/o cuando el ambiente es estéril?" (Carr, op.cit., p.31)

    El problema a veces no es tanto la estereotipia o la autolesión sino, principalmente, la falta de actividades relevantes, motivantes, significativas, predecibles y ajustadas al nivel o capacidad y a los intereses de los niños y niñas que despliegan esas conductas.

  1. Forma y función

  • La Forma o la Topografía de la conducta (p.ej., morderse la mano);
  • La Función o Propósito que esa forma desempeña o intenta (p.ej., evitar seguir haciendo una tarea).

    La mayoría de las funciones que desempeñan las conductas desafiantes son de carácter básicamente comunicativo. Es decir, la mayoría de las veces, las conductas desafiantes se realizan con una intencionalidad o propósito claramente comunicativo. Por tanto, una cosa será que una topografía sea inadecuada y otra muy diferente suponer, automáticamente, que la función que desempeña también lo sea. En este sentido, cuando se interviene no se trata de eliminar la topografía sino de preservar la función enseñando topografías adaptadas para el desempeño de esa misma función.

    Este análisis nos ayudará en la intervención. Habrá que cambiar la forma de la función y ofrecerle conductas que cumplan la función que alumno busca realizar con su conducta autolesiva.

    Cuando un niño o una niña con autismo está haciendo comportamientos que denominamos 'búsqueda negativa de atención' (p.ej., morderse cuando aparece un adulto para provocarle; hacer estereotipias con un palito a la vez que mira al adulto en actitud desafiante; etc,.) Esto puede ser una expresión del nivel de desarrollo que presenta en cuanto a conocimiento social, puede ser el equivalente, cronológicamente inadecuado pero evolutivamente necesario, a los esquemas de provocación social. Quizá está aprendiendo el poder que tiene para interferir en el mundo social. Y esto es esencial en el desarrollo. Al igual que tenemos que aprender acerca de nuestro poder sobre el mundo físico, también tenemos que aprender acerca de nuestro poder sobre el mundo social. Tenemos que aprender a regular entidades sociales, y ese es quizá el camino por el que llegaremos a regular nuestra propia entidad. Por todo ello, cuando en personas con autismo observemos esquemas de provocación social con topografías inadecuadas hemos de modificar la topografía pero debemos potenciar al máximo las oportunidades de poder regular el mundo social

  1. El entorno físíco y su relación con la presencia de conductas desafiantes:


    Una buena medida educativa será el dotar a las personas con autismo de ayudas, de claves, para que puedan planificar sus acciones de manera más efectiva, y para que puedan predecir eficazmente aquello que va a ocurrir a su alrededor y que les incumbe.

  1. Características personales y su relación con la ocurrencia de conductas desafiantes:

    En primer lugar, hemos de considerar que no todos los niños y niñas con autismo han de tener necesariamente los mismos estilos de aprendizaje, los mismo estilos cognitivos. Cada uno de ellos y cada una de ellas tiene su propio estilo de aprendizaje o su propio estilo cognitivo. Hemos de aprender a valorar estos estilos para planificar adecuadamente los procedimientos de enseñanza de manera individualizada, adaptados a las peculiaridades de cada persona y no tanto adaptados a la "patología" de cada persona. El no tener esto en cuenta puede originar alteraciones en la conducta.

    En segundo lugar, nos podemos encontrar en ocasiones con que los problemas que presentan los niños y niñas son resultado no del hecho de ser 'niños y niñas con autismo' sino del hecho de. ser 'niños y niñas'.¿Saben expresar su malestar adecuadamente?. Los niños y niñas con autismo tienen, como todas las personas, sus momentos de malestar físico y no tienen en general las habilidades para expresarlo a los demás, o las habilidades para remediarlo por sí mismos. Esto puede ser, a veces, motivo de comportamientos inadecuados. Es necesario, por tanto, ante la presencia de conductas desafiantes, no olvidar este posible origen y llevar a cabo un reconocimiento orgánico simple (a veces el remedio para una conducta desafiante está en una aspirina a tiempo).

  1. El entorno social y su relación con la ocurrencia de conductas desafiantes:

Hemos de tener en cuenta nuestras propias actitudes y aptitudes. Es absolutamente necesaria una labor de equipo, de consenso profesional, de responsabilidad compartida, para afrontar adecuadamente la intervención ante estas conductas. Obviamente, necesitamos sistemas de formación para esta tarea, pero necesitamos también crear en nuestros entornos laborales sistemas que permitan la reflexión sobre nuestra propia actuación, que permitan el análisis en equipo, y, por tanto, la intervención consensuada.

En este mismo sentido hemos de pensar cuando nos referimos a las familias de personas con autismo que presentan conductas desafiantes. Hemos de dejar de lado la actitud de percibir a las familias como personas incompetentes, provocadoras al menos parcialmente de esas conductas. Las familias de estas personas necesitan todo nuestro apoyo y el de la sociedad entera para proporcionar el entorno positivo que desean para sus miembros con autismo. Nuestro acercamiento a la familia ha de ser un acercamiento global, como sistema en el que todos sus miembros tienen arte y parte, y un acercamiento comprensivo y conciliador.

ALGUNAS NOTAS FINALES DE CARA A LA INTERVENCIÓN:

En primer lugar, la intervención ha de realizarse a través de métodos positivos y no aversivos (ver Varios Autoyes, 1991). Estos niños y niñas no son 'culpables' de sus conductas, necesitan nuestra ayuda y nuestro apoyo.
Otro punto importante es que la intervención no es tanto una intervención 'contra' la conducta definida como desafiante, sino una intervención para la construcción o fortalecimiento de conductas alternativas o incompatibles con esa conducta. Hemos de construir ambientes gratificantes, positivos, controlables por los propios niños y niñas. Hemos de construir competencias básicas de comunicación y de regulación social. Haciendo esto estamos 'vacunando' a los niños y niñas frente a las conductas desafiantes.
Finalmente, otro aspecto a tener en cuenta es que la intervención no se realiza, como es fácil suponer a estas alturas, en los despachos de psicología, sino en los contextos naturales en los que los niños y niñas viven y se desarrollan.

En definitiva la intervención ante las conductas desafiante es una tarea compleja, que implica a todo el entorno físico y social, que comienza con la realización de un análisis basado en el contexto y que tiene siempre presente a la persona y no la patología.